¿Por qué no sabe vestirse bien si es usted barbie? ¿Por qué no le da números el resultado de su saldo de cuentas? ¿Por qué usa la calculadora si es usted ingeniero industrial? ¿Por qué no se compra trajes si es usted político y, según dicen, los de su condición suelen ganar dinero? ¿Por qué nos bombardeáis a Madrid-Barça ocho veces por semana si con un partido se soluciona todo? ¿Por qué no hace canciones decentes de una vez y se deja uouos y laralalas?
¿Por qué se queja de todo y no pone soluciones? ¿Por qué se quiere adueñar de Telecinco, señor dobleJ, si para eso ya está Vasile? ¿Por qué hacéis series que promocionan más la Coca-cola que los propios anuncios publicitarios? ¿Por qué en todas las películas de Hollywood aparece ahora Natalie Portman? ¿Por qué hackean ustedes el twitter de la señora Gaga, o eso es lo que creen mis fuentes que es, una “señora”? ¿Por qué hay tantos tipos de Ketchup en el mercado?
Abrumados por la cantidad de preguntas sin respuesta, preguntas comprometidas, preguntas abusivas, preguntas que asustan, los interrogados acaban contestando exaltados: ¿Por qué me pregunta usted todo eso? ¿No puedo yo poner en tela de juicio sus acciones?
Ante tal desfachatez, contestó sin inmutarse el capo de la verdad:
- Lo siento, soy Ana Pastor, la que corta el bacalao, la que asusta al coco, la que vio partir a la madre de Marco y la que, por supuesto, hace las preguntas.
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